miércoles, 2 de julio de 2008

Buenas Noches y Buena Suerte!

Saludo a todas las tipologías de zapatos. Sin discriminación. Yo creo que cada uno debemos encontrar el nuestro, ése que nos identifica, nos resume y permite a los demás hacerse una idea clara de cómo somos, así, sólo con una imagen.

Creo que todos nos podemos imaginar, por ejemplo, a un chico náuticos, una mujer botines, o a un (sexo indiferente) bota de montaña, de las técnicas, en medio de Madrid.

No creo descubrir a nadie el agua caliente. Cada cual tiene una manera de clasificar a la spersonas. Yo uso zapatos.

Siempre se me ha recriminado mi maldad intrínseca al juzgar a las personas de manera fulminante. No voy a engañar a nadie. Soy bastante cabrona. Pero tan crítica soy con los demás, como conmigo misma.

Quizá la culpa sea de los genes...una señora rubia, influyente en mi vida, de la que quiero mantener el anonimato, me ha enseñado siempre a valorar lo que la gente suelta por esa boquita...en algunos casos, pozo oscuro...y sin entrar en problemas de higiene bucal. Ella sería un tipo Castellano LG, hecho a medida. Por que el lujo, para quien lo sabe apreciar, prescinde de logos. Lo que me lleva a una reflexión rápida: ¿Qué genio del marketing supo antes que nadie que seríamos tan bobos de pagar barbaridades por una simple camiseta con el print de la marca en cuestión, para hacerle publicidad gratuíta?

Pero volviendo a lo que nos ocupa, me gustaría sincerarme. Últimamente estoy acumulando grandes deudas con mi parte discurridora. Espero que este blog sirva para darle una vuelta a mis pensamientos y hacer que alguien, en un rato de esos que te apestas de la oficina, entras en google y tecleas lo primero que te viene a la cabeza, se entretenga. Y hago una confesión : yo he mirado la página del Pato WC...pero, es que ese dichoso pato piloto tiene algo de hipnótico...

¿Por qué Chica Pantufla? Fácil de explicar, dificil de sentir.

Desde siempre, me he rodeado de lo mejor, los mejores amigos, las mejores compañeras de juergas, las mejores compañeras de viaje...eran de esos zapatos que ves en el escaparáte, que te hacen recalcular todo tu presupuesto mensual para hacer hueco a esos taitantos euros que sabes no poder gastarte. Pero tener esos zapatos te harán sentir mejor. Mis amigos y familia directa son de esos. Estrellas atemporales de tu armario que nunca pasan de moda. Unas botas de piel negras, imitación a motero, que compraste con 15 años y que ahora van de fábula con tus vestidos románticos en tonos pálidos...para desdramatizar el look... O esos zapatos de salón, tipo chanelina, que has amortizado en todas tus bodas...se entiende en las que asistíste como invitada.

Pues yo no. Me considero un tipo de zapato imprescindible, sí...pero en el que ahorras, no pones todas tus ilusiones...sabes que está ahí, de un año a otro...durante meses cogiendo polvo y después sufriendo las más terribles torturas. Una pantufla de cuadros. Felpa por fuera, borreguito por dentro. No de chancla, pero de esas que Tú, haciéndo uso de una crueldad infinita, has doblegado desde su naturaleza de digna zapatilla, a pantufla. Y se le desgasta el dibujo de los cuadros, año tras año.

Sabes que está vieja, que deberías cambiarla...pero total.. ¿¿no te hace el mismo servicio aunque esté llena de pelotillas??

Esa soy yo. A veces amada por todos ( léase: hombres y mujeres en tardes de invierno, lluviosas, delante de una peli), otras, olvidada en un rincón ( lo que viene siendo: regalo de chanclas havaianas, encuentro de pareja, delante del cual nunca te dejarías ver de esa guisa, o simplemente, estación estiva).

Cuando viví en Italia, pensé que podría convertirme en una bota. No sabéis lo muucho que se usa ese tipo de zapato allí. Se vé que lo de la geografía les cala hondo desde el colegio. Pero tras 2 años me di cuenta de que todo esfuerzo era inútil, y que quienes te vieron como el más bello de los tacones de aguja, al final, te termina tratando como a una zapatilla. Perdón, pantufla.

Siendo fiel a mí misma, he decidio aceptar mi condición tal y como es, sin paños calientes. Soy una pantufla que busca su hueco en este mundo dominado por los taconazos que no sabré llevar jamás y por las botas de militar que tristemente arrasan con todo. Ojalá pisaran un chicle. Uno enorme.

Acepto discusiones sobre mis ideas, nuevas clasificaciones...pero lo que no consentiré es que nadie cuestione mi identidad. Soy La Chica Pantufla, y desde aquí voy a contaros mis fechorías.

3 comentarios:

Almudena G. Páramo dijo...

Todos somos libres de considerarnos una cosa u otra... yo nunca hubiera pensado que era unos castellanos sin marca... me identifico más con un camper, español, de calidad, modernito pero cómodo. Y te diré que el mejor sentimiento que me despertó mi marido, lo expresé diciendo que siempre que estaba con él me sentía "en zapatillas". Sencillamente, estaba cómoda, no tenía que afectarme, ni demostrar nada... ¿Y tú eres la chica pantufla? ¡Pues me encanta!... Yo creo, sinceramente, que dado lo abrupto de tu carácter a veces... eres la pantufla de un fakir a la que a veces se le pegan los cristales en la plantilla.
Si de lo que se trata es de reflexionar, reflexionemos... Si se trata de poner los sentimientos... Te quiero.

Marta dijo...

Me ha gustado mucho tu disertación a cerca de las personas y el tipo de zapato que son. Con tu permiso se lo voy a enviar a una amiga que también está en facebook porque seguro que le encanta.

Nunca he pensado que tipo de zapato sería, pero no me imagino a mi misma sin tacones. De hecho, en la ofi me dicen que siempre saben que soy yo por mis tacones, y la forma de caminar...fuerte...quizás demasiado, hasta el punto que tengo que llevarlos al zapatero cada dos por tres. Por eso, creo que yo soy un zapato con tacón. De esos ultiusos que sirven para ir a currar, para salir si vas vestida monilla, y que de tanto usarlos y de ir pisando tan fuerte por la vida, los destrostrozo, teniendo que repararlos una y otra vez. Y aunque se te pasa por la cabeza la idea de comprarte otros nuevos, al final no te decides a tiralos porque por fin te has hecho a ellos. Con lo que costo hacerte al dichoso tacón, y la piel dura que apretaba y hacía rozaduras (de hecho alguna sigue haciendo si pasa mucho tiempo sin ponértelos) y que ahora se ajusta perfectamente a tu horma.

Dices que eres una persona muy critica, además de una experta en zapatos por lo que he leído. No me importaría que me dijera qué opinas de mi improvisada visión como zapato. Tu opinión puede ser muy interesante.

Cuidate y sigue escribiendo, q mola!

Merry GC de Miguel dijo...

Bonitas metáforas amiga pantufla...
A decir verdad nunca me había considerado un zapato, a pesar de ser prácticamente lo único a lo que podría ser fiel al 100% hasta que la muerte nos separase...
La verdad es que llevo varios días reflexionando sobre las personas y los zapatos, clasificando a cada individuo que pasaba a mi lado, imaginando excentricidades (porque si no no sería yo) y plataformas imposibles en pies insospechados...y he llegado a la conclusión de que no...
Que no, vaya, que no soy buena clasificando a la gente... Y todo encaja, porque si lo hubiese sido no andaría como ando, medio al descubierto medio escondida, sujeta pero a la vez inestable, incómoda pero comfortable...y un sin fin de contrariedades absurdas a añadir.
Yo que hubiese sido con orgullo aquellas sandalias maravillosas de tiras de cuero negro con costura en crema y tacón de vértigo que tantas veces fui a visitar a Minelli...me quedé en la sandalia de goma de piscina para niños que todos hemos llevado, sin excepción. Sí, esas que se asemejan a un zapato de hebilla mutilado (entendemos que para que el pie respire y se refresque si se usan en terreno húmedo). Podría haber sido mejor...podría haber nacido en el seno de la familia Ferragamo o el clan Berluti. (Ahora, podría ser también peor...un zueco de esos de goma que ante mi horror y desaprobación parecen llevarse en peluquerías y centros de salud).
De cualquier forma nací así...de goma. Goma por delante, goma por detrás. Sin doble cara, un tanto pegajosa, adicta al agua (esto se puede dejar en "líquidos varios") y lo más importante absurda se mire por dónde se mire (supongo que unas Hunter me quedaban algo grandes!) Y es que casi cualquier zapato tiene una función concreta, aunque después se le puedan aplicar otras muchas a gusto del consumidor. Pero yo no. Las sandalias de goma estamos diseñadas para nada: zapato de piscina = chancla ; dentro del agua = no necesidad de zapato alguno. Si hace calor la goma se pega y roza, si hace frío el diseño en sí carece de sentido alguno, si llueve ¿para qué tanta rendija?... Así vamos las sandalias de goma por la vida, por el p**** medio. Sin embargo un sabio dijo en su día que en el justo medio se hallaba la virtud...
Así que supongo que hasta me siento realizada al haberme dado cuenta de que soy uno de estos zapatos casi en peligro de extinción, porque digo yo que si ponérsela es tan fácil y quitársela tan difícil por algo debe ser, no?
^^
besitos