sábado, 25 de octubre de 2008

Lo mismo te echo de menos que de más

Imperdonable todo este tiempo sin escribir, lo sé. Para aquellos que me han reclamado actualizaciones, pues sencillamente no he tenido tiempo, o al menos no he tenido tiempo para mí. Para mirarme el ombligo. Para decirme que me quiero mucho. Para intentar creérmelo.

He pasado estos últimos meses intentando hacerme querer. Por amigos, por mi jefe, por un hombre…meses vendiéndome para que lo que yo invierto en esfuerzo, dedicación, cariño, estrés, buen sexo...me sea compensado de alguna manera. Pero a diferencia de lo que decía una vieja amiga, el tres no es el número mágico. El tres es el número de los malos augurios. Son los tres jinetes de la Apocalipsis, las parcas, los kilos que te sobran, el número del gordo de navidad que no compraste, los reyes magos que no te trajeron la ansiada bicicleta, la nota de mi examen de historia en selectividad por no estudiarme el siglo XX… Si pones tu interés en éste número primo e impar, y encima esperas que las 3 cosas que ocupan tu cabeza salgan bien, estás vendida.

Es triste reconocer que de aquellas cosas que me preocupaban cuando escribí la última vez en este blog, la que más satisfacciones me ha reportado sea el trabajo. No tengo queja de los amigos, pero poco a poco, alguno se queda por el camino. Sin acritud, pero cada uno hace su vida y parece estar muy ocupado para devolver llamadas. Así que he decidido, pasada la emoción de mi cumpleaños, que el teléfono es de doble dirección. Y la misma conjunción astral que se da para que yo te llame, tendrá que darse para que me llames tú, y si no, pues nada (parafraseando Amelie).

El trabajo empieza a dar frutos, al menos de momento. La temida crisis me ha regalado un pseudo ascenso (+trabajo, = sueldo de momento…), pero menos da una piedra. Cuando digo que de mayor quiero ser jefa, no bromeo. Seré una jefa implacable. Mala mala mala…tanto como me deje mi jefe malo malo malo…

Y por lo demás, ya se sabe. Las altas temperaturas pueden provocar mareos y bajadas de tensión, pérdida temporal de la consciencia…y uno se mete dónde no le llaman. Y encima pretende que vaya bien. ¡Qué inocencia la mía!

La constatación del peor de los defectos del ser humano nos deja siempre estupefactos. ¿Y de qué nos sorprendemos? Cada uno somos hijos de su padre y de su madre (en el mejor de los casos) y pretender entendimiento es pedir demasiado…es que tengo unas cosas! Nos prestamos nosotros, nadie nos obliga, a ser ninguneados y humillados, en privado y en público. Nos convertimos en lo que no somos para alguien que no sabe ni quién es (presuponiendo que sea alguien).

Ayer vi por televisión que la última moda en fiestas son las fiestas de divorcio. No me extraña en absoluto. Una vez pasa el susto, el nudo en el estómago, y los llantos que sólo sirven para hincharte los ojos, te das cuenta de que en realidad, te has librado, en el mejor de los casos de alguien que no te quiere, cuando no, alguien que te maltrata o te traiciona. Vaya mierda.

¿Por qué nos seguimos empeñando? ¿Por qué sigo teniendo ilusión en las mismas cosas mazazo tras mazazo? ¿Por qué me empeño en hacer funcionar algo que la otra persona no hace nada por que funcione?¿Por qué, a pesar de todo mi discurso tremendista, que me encantaría creer, sigo teniendo la certeza de que bastará un silbidito para verme de nuevo como Rigodón, detrás de Willy Fog sin rumbo fijo?

Pues porque soy un pantufla. Corrijo, una puta pantufla. Porque hoy me da rabia ser una pantufla. Me siento común y no-suficiente-como-para-eso-que-dices. La gran Diane Keaton en uno de sus últimos papeles, tras una experiencia similar, llamó a su obra “A woman to Love” más o menos: “Una mujer digna de amar”. Es una de las peores experiencias, ser digna de ser amada, pero no serlo, o al menos no llegar a saberlo nunca porque quien debe decírtelo no sabe ni si el sol sale o se pone por Antequera, imaginemos saber de esas palabras grandes. Amar. Si mi gato es capaz de demostrarme su fidelidad durmiendo cada noche en mi cama y saludándome al despertar, ¿por qué no es capaz un ser humano? Tendré que cambiar de colchón. Será que la cama es muy incómoda.

jueves, 14 de agosto de 2008

A LA SALUD DE LINA MORGAN: GRACIAS POR VENIR!

Hoy me voy a salir de la norma. Pasados unos días me siento con fuerza para agradeceros a todos, los que estuvisteis y los que no, por el gran día de mi cumpleaños que me brindasteis. Gracias a todos por vuestras llamadas, mensajes, emails y brindis.

Hacía mucho tiempo que no me sentía tan contenta en mi cumple. Empezasteis a media noche ( ¡Gracias Ramirín!) y siguieron hasta el día 12 ( Creo que por accidente, ¿verdad Elenita?) Pero todos sois más majos que las pesetas, y me habéis dado ganas de repetir el año que viene, más y mejor…Y por aclamación popular, repetiremos tarta.

Para los curiosos, he colgado algunas de las fotos que hizo Patricia en Facebook, a la espera de colgar también las mías.

Pero sin duda alguna, una de las cosas que recordaré siempre será la atmósfera mágica que mucha gente ayudó a crear. Esto se lo dedico a aquellos/as que gracias a su carisma y talento, hicieron del sábado mi mejor cumple en mucho tiempo. Pasado y presente congeniaron de maravilla y me siento orgullosa de llevarme algo bueno de cada trabajo, cada aula, cada relación. Si la gente que me rodea es tan fantástica… ¡será que no lo estoy haciendo tan mal!

Os quiero pequeños malandrines

martes, 29 de julio de 2008

Las Moderneces

Ya cuando empezaba a hacerme a la idea de que nunca seré un zapato todo terreno, y que mis limitaciones van aumentando conforme lo hacen mi edad y mis miedos, descubro un fenómeno que me hace todavía sentir más vieja. Ahota los niños no corren ni saltan por las calles y centros comerciales...sino que ruedan.

Estan de moda unas zapatillas con ruedecitas semiocultas en la suela, mediante las cuales, levantando la punta, y haciendo un alarde de equilibio, puedes desplazarte rodando por las superficies lisas. En mi época había patines o patinetes. Ésto se sale de mis esquemas. Cómo lo llamo: ¿Zapinete?¿Patinillas?

Quizá sea la cercanía a mi cumpleaños, quizá el simple devenir de las cosas... pero me he comprado la primera antiarrugas, por si acaso.

jueves, 17 de julio de 2008

GENTE DE MALA CALIDAD

Siento verdadera curiosidad por saber si la película de mismo título tiene algo que ver con mi clasificación de las personas. A parte de la rica clasificación establecida con los zapatos, hay otra mucho más simple. Gente de Baja y de Alta calidad, o como nos gusta decir a Techu y a mí, Low and High Quality (que se vea que hemos ido a colegio de pago).

Lo que voy a explicar es terriblemente impopular, y muy políticamente incorrecto…pero ¿a quien le importa? ¿Cuántos lectores reales tiene mi blog? A parte de mi madre, algunos amigos y mi compañero de trabajo, que lo lee para poder criticarlo… poquitos más. Así que puedo dar rienda suela a mi clasismo más enfervorecido ( en próximos capítulos, mis teorías sobre la gente de periferia).

En muchas ocasiones, he escuchado conversaciones de lo más intrascendentes, a veces incluso molestas. Palabras proferidas, escupidas por gente de mala calidad. Mi educación, superior a la suya, me hace, como mucho levantar la ceja. Son conversaciones de tontos. Y nunca he usado esa palabra con más conocimiento de causa. Hay gente tonta, por que decide serlo. Hay gente que no vive en el mundo, que no mira con los ojos, y pasa por la vida de puntillas, intentando no salirse de la línea que alguien con quizá menos luces todavía, le ha marcado. En definitiva, gente Low Quality.

Hay gente que escupe por la calle, que escucha la música del móvil a toda pastilla a las 4 de la tarde, en un vagón de metro donde algunos intentamos descansar. No se habrán preguntado que quizá no me gusta el reaggeton, o que cuando compras esos aparatitos, llevan cascos para algo…La respuesta es no. Ni se plantean que su libertad invade la mía.

Hay gente que no te deja pasar, que te ve cargada con bolsas y ni se aparta. Que no cede el sitio a una embarazada… Mala calidad.

Estoy segura de que si pudiera deshacer el nudo de su ombligo, no encontraría el sello del control de calidad, y en su lugar, habría un flamante “Made in China”

jueves, 10 de julio de 2008

Me agobia el borrego...

La chica pantufla vive estresada. Está quemada y lleva 4 días sin hacer otra cosa que ir de casa al trabajo y del trabajo a casa.
La chica pantufla necesita unas vacaciones. Una estancia de una semana en el spa de Pantufla d’Or. Necesita que le carden los borreguillos , que le pongan unas bolitas de papel dentro para recuperar la forma, y que la guarden en una caja, en completa oscuridad, para que pueda descansar toda la noche de un tirón.

Pantu, como la llaman los amigos lleva 3 días teniendo pesadillas. Primero no le renuevan el contrato en el trabajo, después se cuela en casa de su ex/trauma para ver Sexo en Nueva York , sólo por el gusto de tumbarse en ese sofá una vez más…el más cómodo que conoció culo humano jamás; por último, sueña que liga con un DJ de bar que resulta ser Risto Mejide…y lo pero de todo, es que lo que más le molesta a Pantu, es que sea un DJ de bar, no que sea Risto Mejide. Y es que en el fondo, le pone…son tan parecidos…

La chica pantufla desvaría.

Pero está feliz…ha vuelto su pupilo de Paris. Las Victoria se han convertido en Converse…edición limitada. Y estas converse han venido acompañadas de todo un conjunto de complementos que Pantu sabe le irán de maravilla.

Te quiero Chuck Taylor!!

jueves, 3 de julio de 2008

Cuando hace falta que te cambien las tapas

Queridos y queridas jóvenes y jóvenas… Ya sé que fue noticia la semana pasada, pero sigue gustándome el efecto… Me encuentro de nuevo aquí para compartir mi miedo. Hoy voy al zapatero, a que me cambien las tapas. Que traducido al lenguaje común, es ir al dentista a que te hagan una endodoncia.

Cuando descubrí el mes pasado que tenía una Bat-Cueva en mis molares no me sentí dichosa…más bien pobre. Una vez superados los 200€ de la gracia, queda sólo el miedo. Cuando era todavía un zapatito de suela blanda, como los de bebé, disfrutaba con cierto sadismo de mis visitas al dentista. La lámpara que usaba el mío en concreto tenía una pieza metálica que reflejaba lo que ocurría en mi boca, y a pesar de que me pedían constantemente que cerrara los ojos, yo seguía allí, plantada con los ojos como platos disfrutando el espectáculo. A veces me quedaba dormida…

Ya no es así señores. El zapatero me infunde respeto y me hace sentir humillada. Me echan la bronca y me hacen sentir la mujer más gorrina del barrio. ¡Pero no es culpa mía! ¡Es mi esmalte defectuoso! Es como un zapato de charol, bonito, pero delicado.

Esta noche, cuando parezca Al Pacino gracias a la anestesia ( la última vez, estuve con el labio torcido…durante 4 horas), aun habrá alguien que venga a visitarme…porque no hay nada mejor que dar un poco de pena para que te mimen. Y recordemos…las pantuflas también necesitan mimos.

Pero no nos engañemos. Soy una pantufla traicionera. Si me usan mucho, empiezo a jumear a queso…y necesito una catarsis…una pasada por la lavadora y como nueva. Y es que aunque mi post de ayer os haya podido inducir a pensar que estoy falta de cariño y soy como un tristón que sólo busca un amiguito, en verdad no soporto mucho el contacto con otros zapatos. Prefiero mi soledad debajo de la cama, con mis amigas las pelusas.

Hasta otro ratito, cuidarse eign?

miércoles, 2 de julio de 2008

Buenas Noches y Buena Suerte!

Saludo a todas las tipologías de zapatos. Sin discriminación. Yo creo que cada uno debemos encontrar el nuestro, ése que nos identifica, nos resume y permite a los demás hacerse una idea clara de cómo somos, así, sólo con una imagen.

Creo que todos nos podemos imaginar, por ejemplo, a un chico náuticos, una mujer botines, o a un (sexo indiferente) bota de montaña, de las técnicas, en medio de Madrid.

No creo descubrir a nadie el agua caliente. Cada cual tiene una manera de clasificar a la spersonas. Yo uso zapatos.

Siempre se me ha recriminado mi maldad intrínseca al juzgar a las personas de manera fulminante. No voy a engañar a nadie. Soy bastante cabrona. Pero tan crítica soy con los demás, como conmigo misma.

Quizá la culpa sea de los genes...una señora rubia, influyente en mi vida, de la que quiero mantener el anonimato, me ha enseñado siempre a valorar lo que la gente suelta por esa boquita...en algunos casos, pozo oscuro...y sin entrar en problemas de higiene bucal. Ella sería un tipo Castellano LG, hecho a medida. Por que el lujo, para quien lo sabe apreciar, prescinde de logos. Lo que me lleva a una reflexión rápida: ¿Qué genio del marketing supo antes que nadie que seríamos tan bobos de pagar barbaridades por una simple camiseta con el print de la marca en cuestión, para hacerle publicidad gratuíta?

Pero volviendo a lo que nos ocupa, me gustaría sincerarme. Últimamente estoy acumulando grandes deudas con mi parte discurridora. Espero que este blog sirva para darle una vuelta a mis pensamientos y hacer que alguien, en un rato de esos que te apestas de la oficina, entras en google y tecleas lo primero que te viene a la cabeza, se entretenga. Y hago una confesión : yo he mirado la página del Pato WC...pero, es que ese dichoso pato piloto tiene algo de hipnótico...

¿Por qué Chica Pantufla? Fácil de explicar, dificil de sentir.

Desde siempre, me he rodeado de lo mejor, los mejores amigos, las mejores compañeras de juergas, las mejores compañeras de viaje...eran de esos zapatos que ves en el escaparáte, que te hacen recalcular todo tu presupuesto mensual para hacer hueco a esos taitantos euros que sabes no poder gastarte. Pero tener esos zapatos te harán sentir mejor. Mis amigos y familia directa son de esos. Estrellas atemporales de tu armario que nunca pasan de moda. Unas botas de piel negras, imitación a motero, que compraste con 15 años y que ahora van de fábula con tus vestidos románticos en tonos pálidos...para desdramatizar el look... O esos zapatos de salón, tipo chanelina, que has amortizado en todas tus bodas...se entiende en las que asistíste como invitada.

Pues yo no. Me considero un tipo de zapato imprescindible, sí...pero en el que ahorras, no pones todas tus ilusiones...sabes que está ahí, de un año a otro...durante meses cogiendo polvo y después sufriendo las más terribles torturas. Una pantufla de cuadros. Felpa por fuera, borreguito por dentro. No de chancla, pero de esas que Tú, haciéndo uso de una crueldad infinita, has doblegado desde su naturaleza de digna zapatilla, a pantufla. Y se le desgasta el dibujo de los cuadros, año tras año.

Sabes que está vieja, que deberías cambiarla...pero total.. ¿¿no te hace el mismo servicio aunque esté llena de pelotillas??

Esa soy yo. A veces amada por todos ( léase: hombres y mujeres en tardes de invierno, lluviosas, delante de una peli), otras, olvidada en un rincón ( lo que viene siendo: regalo de chanclas havaianas, encuentro de pareja, delante del cual nunca te dejarías ver de esa guisa, o simplemente, estación estiva).

Cuando viví en Italia, pensé que podría convertirme en una bota. No sabéis lo muucho que se usa ese tipo de zapato allí. Se vé que lo de la geografía les cala hondo desde el colegio. Pero tras 2 años me di cuenta de que todo esfuerzo era inútil, y que quienes te vieron como el más bello de los tacones de aguja, al final, te termina tratando como a una zapatilla. Perdón, pantufla.

Siendo fiel a mí misma, he decidio aceptar mi condición tal y como es, sin paños calientes. Soy una pantufla que busca su hueco en este mundo dominado por los taconazos que no sabré llevar jamás y por las botas de militar que tristemente arrasan con todo. Ojalá pisaran un chicle. Uno enorme.

Acepto discusiones sobre mis ideas, nuevas clasificaciones...pero lo que no consentiré es que nadie cuestione mi identidad. Soy La Chica Pantufla, y desde aquí voy a contaros mis fechorías.