Saludo a todas las tipologías de zapatos. Sin discriminación. Yo creo que cada uno debemos encontrar el nuestro, ése que nos identifica, nos resume y permite a los demás hacerse una idea clara de cómo somos, así, sólo con una imagen.
Creo que todos nos podemos imaginar, por ejemplo, a un chico náuticos, una mujer botines, o a un (sexo indiferente) bota de montaña, de las técnicas, en medio de Madrid.
No creo descubrir a nadie el agua caliente. Cada cual tiene una manera de clasificar a la spersonas. Yo uso zapatos.
Siempre se me ha recriminado mi maldad intrínseca al juzgar a las personas de manera fulminante. No voy a engañar a nadie. Soy bastante cabrona. Pero tan crítica soy con los demás, como conmigo misma.
Quizá la culpa sea de los genes...una señora rubia, influyente en mi vida, de la que quiero mantener el anonimato, me ha enseñado siempre a valorar lo que la gente suelta por esa boquita...en algunos casos, pozo oscuro...y sin entrar en problemas de higiene bucal. Ella sería un tipo Castellano LG, hecho a medida. Por que el lujo, para quien lo sabe apreciar, prescinde de logos. Lo que me lleva a una reflexión rápida: ¿Qué genio del marketing supo antes que nadie que seríamos tan bobos de pagar barbaridades por una simple camiseta con el print de la marca en cuestión, para hacerle publicidad gratuíta?
Pero volviendo a lo que nos ocupa, me gustaría sincerarme. Últimamente estoy acumulando grandes deudas con mi parte discurridora. Espero que este blog sirva para darle una vuelta a mis pensamientos y hacer que alguien, en un rato de esos que te apestas de la oficina, entras en google y tecleas lo primero que te viene a la cabeza, se entretenga. Y hago una confesión : yo he mirado la página del Pato WC...pero, es que ese dichoso pato piloto tiene algo de hipnótico...
¿Por qué Chica Pantufla? Fácil de explicar, dificil de sentir.
Desde siempre, me he rodeado de lo mejor, los mejores amigos, las mejores compañeras de juergas, las mejores compañeras de viaje...eran de esos zapatos que ves en el escaparáte, que te hacen recalcular todo tu presupuesto mensual para hacer hueco a esos taitantos euros que sabes no poder gastarte. Pero tener esos zapatos te harán sentir mejor. Mis amigos y familia directa son de esos. Estrellas atemporales de tu armario que nunca pasan de moda. Unas botas de piel negras, imitación a motero, que compraste con 15 años y que ahora van de fábula con tus vestidos románticos en tonos pálidos...para desdramatizar el look... O esos zapatos de salón, tipo chanelina, que has amortizado en todas tus bodas...se entiende en las que asistíste como invitada.
Pues yo no. Me considero un tipo de zapato imprescindible, sí...pero en el que ahorras, no pones todas tus ilusiones...sabes que está ahí, de un año a otro...durante meses cogiendo polvo y después sufriendo las más terribles torturas. Una pantufla de cuadros. Felpa por fuera, borreguito por dentro. No de chancla, pero de esas que Tú, haciéndo uso de una crueldad infinita, has doblegado desde su naturaleza de digna zapatilla, a pantufla. Y se le desgasta el dibujo de los cuadros, año tras año.
Sabes que está vieja, que deberías cambiarla...pero total.. ¿¿no te hace el mismo servicio aunque esté llena de pelotillas??
Esa soy yo. A veces amada por todos ( léase: hombres y mujeres en tardes de invierno, lluviosas, delante de una peli), otras, olvidada en un rincón ( lo que viene siendo: regalo de chanclas havaianas, encuentro de pareja, delante del cual nunca te dejarías ver de esa guisa, o simplemente, estación estiva).
Cuando viví en Italia, pensé que podría convertirme en una bota. No sabéis lo muucho que se usa ese tipo de zapato allí. Se vé que lo de la geografía les cala hondo desde el colegio. Pero tras 2 años me di cuenta de que todo esfuerzo era inútil, y que quienes te vieron como el más bello de los tacones de aguja, al final, te termina tratando como a una zapatilla. Perdón, pantufla.
Siendo fiel a mí misma, he decidio aceptar mi condición tal y como es, sin paños calientes. Soy una pantufla que busca su hueco en este mundo dominado por los taconazos que no sabré llevar jamás y por las botas de militar que tristemente arrasan con todo. Ojalá pisaran un chicle. Uno enorme.
Acepto discusiones sobre mis ideas, nuevas clasificaciones...pero lo que no consentiré es que nadie cuestione mi identidad. Soy La Chica Pantufla, y desde aquí voy a contaros mis fechorías.